jueves, 20 de agosto de 2015

13 Rue del Percebe

Primera historieta de 13 Rue del Percebe, 1961

Tenía cuatro años cuando Sor Catalina comenzó a enseñarme las primeras letras del Alfabeto. Se sentaba en su sillón delante de su mesa y bajo la tarima que la mantenía en una posición de altura para poder controlar a toda aquella tropel de párvulos, ponía la Cartilla Primera en su regazo y a mí ante ella. Con un lápiz iba señalando las vocales (a, de araña, e, de elefante, i, de iglesia, o, de ojo, u, de uva). Y así un a y otra vez con toda la paciencia del mundo.

Aprendí pronto, más que por mi avidez por la maestría de la monja. A los cinco años ya sabía leer perfectamente y casi también escribir.

Entonces mi padre, ávido lector, comenzó a traerme los sábados a medio día cuando venía a casa a almorzar, un TBO  que acababa de lanzar la editorial Bruguera. El TioVivo, que de inmediato hizo mis delicias y contribuyó, ya a mi corta edad, a apreciar el humor y la sátira.

La última página de este TBO siempre eran las historietas que contaban lo más real y cotidiano de un bloque de pisos y de sus moradores: 13 Rue del Percebe. No hay otras historietas igual para mí.

Incluso me atrevería a decir que sus historias me ayudaron a comprender la realidad de la vida camuflada entre absurdas y cómicas situaciones.

Seguramente muchos compartan mis recuerdos y mi sentir.


La Portada

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